«No podemos solucionar problemas usando el mismo razonamiento que usamos cuando los creamos”
–Albert Einstein

No es que me crea en condiciones de dar opiniones porque me haya graduado del Instituto de Ingenieros de Transporte de Moscú. A fin de cuentas mi especialidad de Automática, Telemecánica y Comunicaciones era de perfil bastante cerrado hacia el ferrocarril y, por otra parte, ni siquiera ejercí en ella. Hace ya más de 40 años que me “divorcié” de esa especialidad y me convertí en ingeniero de radar en segundas “nupcias”. Nada, doy opiniones porque los cubanos somos así, “metíos” en todo, hablamos de pelota, de meteorología y de lo que sea como si fuéramos expertos. Así que, amables lectores, aquí van un grupo de observaciones y opiniones desatinadas que se me ocurren.
Yo creo que no podremos hacer un modelo socialista próspero y sostenible con un transporte tan ineficaz e ineficiente como el que tenemos. Ineficaz porque no logra cumplir cabalmente con su cometido. Ineficiente porque lo que logra resolver lo hace a un costo energético insostenible. Urge buscar, no soluciones a corto plazo, sino estrategias a largo plazo. El combustible fósil es finito. No soy tan tonto de pensar que tengo soluciones; pero sí creo que veo cosas que están mal y de las que nadie habla, parecen ancladas e inamovibles.
La madre de los problemas
Creamos un gran problema: en Cuba TODO está centralizado en La Habana. Dirigentes, deportistas, artistas, escritores, periodistas, ingenieros, juristas, profesores, traficantes, revendedores, carteristas…todos, si desean resaltar en su especialidad, se ven obligados a desplazarse hacia la capital. Es en la capital donde están las mejores oportunidades para cualquier cosa. Se desplazan; pero dejan familia en el “interior” y eso los obliga a moverse periódicamente. El Servicio Militar Obligatorio también contribuyó notablemente a esa diáspora.

De esta forma tenemos una ciudad hacia donde todos desean ir a vivir: la capital de todos los cubanos. El crecimiento desmedido de La Habana, por encima de las capacidades de su infraestructura (no solo de transporte) trajo dos consecuencias inmediatas: el transporte interno diario de la capital nunca, en 63 años, ha sido suficiente y de igual forma el transporte hacia y desde las ciudades del resto del país tampoco ha podido ser satisfecho. Ambas necesidades crecen a un ritmo mayor que las soluciones (pienso yo, que solo soy espectador). La adquisición de nuevos ómnibus (por compra o donación) es como echar alubias en la boca de un león. No veo que nadie aborde el origen del problema, por tanto, las soluciones no lo satisfacen ahora ni lo harán en un futuro.
¿Deberíamos descentralizar?
Uso y abuso del transporte
Los cubanos somos los campeones mundiales y olímpicos en subutilización del transporte. En Cuba, cada quién se mueve en lo que puede. No hay ni gota de racionalidad al moverse porque casi nunca hay dónde escoger. Desde los directores de empresas nacionales a los administradores de una unidad gastronómica pequeña, cada uno usa lo que puede. El Comandante en Jefe bromeaba en un discurso sobre el enamorado que usaba el tractor para ir a ver a su novia. Tal vez, del nivel de ministros hacia arriba haya algún margen de selección. Lo cierto es que los camiones se mueven (sin carga) para llevar a una persona a una reunión simplemente porque la entidad no tiene otro medio de transporte. Se usan transporte de carga grandes para mover mercancía ligera, o se usan tractores para mover personas o cualquier cosa, en lugar de arar. Los jefes y funcionarios van, generalmente, solos a reuniones y lo hacen en potentes camionetas doble-cabina 4×4, o en microbuses porque ese es el carro que tienen asignado.
Uno visita entidades nacionales (para no mencionar a ninguna en específico, y aclaro que no es el caso del Instituto de Meteorología que siempre ha estado «maldito» con eso del transporte) y se asombra de ver a las 8:30 am la flotilla de carros que van llegando con una sola persona a bordo (las susodichas camionetas doble-cabina, los microbuses de 12 personas y otros transportes diseñados para mover muchas personas o para mover carga). Esos mismos carros repartieron a los hijos al círculo y a la escuela y llevaron a los parientes a sus respectivos trabajos…es lo “normal”, a los jefes no les queda más remedio que resolver sus problemas personales en el transporte que le asigna el estado. Ya lo conté en un post: en el Reino Unido de Gran Bretaña no hay vehículos “estatales”. Una vez conversé sobre esto con un amigo, que había ocupado un cargo con rango de viceministro, y me decía –Orlando, en Cuba no se pueden quitar los carros estatales, los jefes llegarían tarde a todas las reuniones, es más, ni siquiera aceptarían el cargo, es una utopía, no se puede hacer el trabajo así. Al respecto yo siempre he pensado que no es tan importante que los jefes lleguen o no tarde a las reuniones, lo que genera ingresos al país, de los que vivimos todos, es el trabajo de las personas que producen, esos son los que no pueden llegar tarde.

Si a mí se me apareciera el mago de la lámpara, uno de mis tres deseos sería saber cuánto combustible gastamos en Cuba en el transporte de jefes de todos los rangos y niveles y cuánto gastamos en la producción directa de bienes y servicios exportables (que es de dónde sale el dinero del estado). Para que logremos exportaciones eficientes, debemos colocarle a los que generan ingresos, las condiciones ideales, entre otras, de transporte. No podemos aspirar a inversiones extranjeras contundentes si no garantizamos la infraestructura de transporte para que funcione el negocio que se va a montar usando nuestra muy calificada fuerza de trabajo.

¿Deberíamos suprimir el transporte de las empresas y entidades estatales y que todos viajemos en el transporte público?
Ineficiencia en el uso del transporte
El último tópico que trataré para no aburrir a mis fieles lectores, es el de la combustión ineficiente. En Cuba, salvo los carros nuevos recién adquiridos, todos los demás “carburan” mal. La prueba irrefutable de lo que digo son los penachos de humo que salen de los tubos de escape. No es falta de pericia de los mecánicos, es falta de previsión y de organización del servicio técnico. Viene un carro moderno, con inyectores controlados por computadoras y duran hasta la primera rotura. Del taller salen con el sistema convencional de carburador-bujías sin ningún tipo de control para que sean “sostenibles”.

En Cuba tenemos toda la gama, desde los pesados camiones que gastan 10 litros por kilómetro hasta las camionetas 4×4 que caminan 10 kilómetros por litro. En ese rango nos movemos, a pura ineficiencia. Si pudiera pedirle al genio otro deseíto le diría: ponme a TODOS los carros que circulan en Cuba a combustionar eficientemente. El resultado sería como haber descubierto “un yacimiento de gasolina” con una producción enorme. Allí, en la eficiencia, es donde yace nuestra mayor reserva de combustible. Como si fuera poco lo del gasto que ocasionan los carros con combustión deficiente está el otro problema: generamos una contaminación terrible, sí, nosotros, que luchamos a brazo partido en contra del cambio climático y la contaminación. Aparte de no resolver adecuadamente las necesidades de transportación, las que logramos resolver, lo hacemos a un costo mucho mayor de lo que normalmente se podría hacer con carros del estándar actual.
¿Deberíamos vender como chatarra todos los carros que combustionan mal y comprar carros de alta eficiencia energética?
Bueno estimados lectores, a mí no me hagan mucho caso, yo solo soy ingeniero de radar, no sé mucho de carros, de combustibles ni de transporte, mucho menos de economía. Ya sé que las cosas no son tan simplistas; pero…caramba, mejor le hubiera pedido al genio una camioneta para ir a los radares en lugar de meterme en cosas que no conozco. Aunque pensándolo bien, nada más le pedí dos deseos, así que todavía estoy a tiempo.
