Veni, vidi, vici

Esto ocurrió en marzo del 2017 y es uno de los tantísimos ejemplos del carácter espartano de mis ingenieros, algo que caracterizó a LADETEC desde su fundación en 1990. Los extraordinarios sucesos ocurrieron como sigue. Un destacado científico del Centro Meteorológico de Camagüey consiguió que una institución alemana de excelencia en el campo de la Física preparara un donativo de un equipo complicado y costoso que permite hacer mediciones atmosféricas muy importantes para el cambio climático.

Habíamos tenido un equipo semejante en el Centro Meteorológico de Camagüey y los ingenieros de LADETEC se encargaron en su momento de restablecer y ponerlo a medir a principio de los años 90. Los alemanes pedían que un ingeniero nuestro fuera a adiestrarse armando, desarmando y embalando el complejo instrumento para estar seguros que cuando se recibiera en Cuba podríamos echarlo a andar exitosamente. El científico cubano en cuestión habló conmigo y ambos convinimos en que «el hombre» para este trabajo era el ingeniero que había liderado la puesta en marcha del equipo de este tipo que había quedado en el centro sin funcionar. Hablamos con nuestro ingeniero y este dio su PALABRA (tomen nota de esto mis fieles lectores que ya las nuevas generaciones no saben lo que es eso).

Bueno, los allegados saben bien de quien hablo, del esgrimista ciego ¿Quién más podría ser? Comenzaron a preparar el viaje, hicimos todas las gestiones de rigor. Nuestro ingeniero que había ya viajado muchas veces, tenía pasaporte (estatal como es lógico). Los generosos alemanes se comprometieron a pagar pasaje (tique de avión como dicen los extranjeros) y el hospedaje. Solicitamos al CITMA (INSMET mediante) la dieta (los viáticos como dicen los extranjeros, es decir dinero para comer). El CITMA dijo no, mostrándose claramente no interesado en la asimilación de este instrumento. Aclaro que a otros países, subdesarrollados y no tanto, les haría pucheros el fondillo por una donación de altos quilates como esta. Insistimos con el CITMA, argumentando la importancia del equipo para las mediciones en nuestro país y el CITMA que NIET, no hay dinero. Ante esto, los ultra generosos alemanes dijeron que podían dar un dinerito extra; pero aclararon que no alcanzaba sino para estar a dieta, la dieta de verdad, la de no comer, que Cuba debía poner lo suyo, que a fin de cuentas ellos estaban donando el equipo, pagando los pasajes y el alojamiento y que esto era una suma considerable. Nada, sin solución. Hablé con mi ingeniero y le dije que amargamente no tenía una solución para eso. Me dijo –tranquilo jefe, yo voy. Yo di mi palabra y la voy a cumplir a como sea, llevaré bastantes cigarros, fumar me mata el hambre. Le dije –es claramente suicida; pero me enorgulleces, como siempre.

Las pesimistas previsiones de mi amigo científico y mías eran sombrías, sobre todo las de él, que ha estado en Europa mucho más que yo; en cuanto a que ese dinero no alcanzaba para nada, pero ambos nos quedamos muy cortos. Las cosas fueron mucho peores. El alojamiento más cercano que pudieron conseguir estaba a 3.5 km de la institución. Como el dinero no alcanzaba ni para comer, mi ingeniero tenía que hacer el recorrido de 7 km a pie cada día. La temperatura oscilaba entre 0 y menos 5 grados C. Llovía constantemente. Como puede imaginar mi horrorizado lector, una lluvia fría y pertinaz que le calaba los huesos. Un guajiro cubano puede estar acostumbrado a caminar 7 km bajo la lluvia tropical; pero esta era otra liga, dura para un hombre de 50+ años, por muy guajiro y fuerte que sea. Para comprar la comida un poco más barata (y cocinarla), mi amigo tenía que ir a un mercado a 1 km del alojamiento, y que para mayor maldad no estaba en el camino a la institución sino en otra dirección, por tanto, cada vez eran 2 km extra de andar. Un día fatal, se le quedó la fuente de la laptop en la casa, tuvo que ir de nuevo, ese día aciago fueron 14 km al trabajo más los 2 km del mercado.

Bueno, siempre quedaba lo de los cigarros para entretener al estómago. Mi amigo se apertrechó de «populares» para el mes completo; pero las desgracias nunca vienen solas. Alemania tiene normada la cantidad de tabaco que puedes entrar y le quitaron la mayoría de sus preciados criollos. Desde el punto de vista ingenieril el alemán quedó gratamente asombrado. Mi ingeniero (debía escribir INGENIERO, que en realidad es Master con un título que reconocen en cualquier parte), montó todo solo sin molestar al alemán y pensó incluso las pruebas que había que hacerle al equipo para verificar, en fin, el alemán no pudo haber pensado en algo más placentero y adecuado, quedó convencido que su valioso y complejo instrumento estaría en buenas manos. El equipo nunca vino a Cuba, las pezuñas del bloqueo lo impidieron. Esta es la razón por las que no digo el nombre de la institución ni de las personas pues los alemanes quedaron avergonzados por este enojoso incidente. Los lectores allegados saben bien de quienes hablo. Al mismo tiempo que mi amigo caminaba bajo la lluvia fría, una nutrida delegación de alto nivel del CITMA viajaba por Europa disertando sobre cambio climático y tarea vida, espero yo que con mejor logística y mejor suerte. Mi amigo, como siempre, al igual que Julio César: fue, vio y venció. Misión cumplida, a pesar de los pesares.

Acerca de Orlando El Escriba

Experto en radares. Ingeniero eléctrico, Doctor en Ciencias Técnicas, Profesor Titular, Director-Fundador del Centro Nacional de Radares del Instituto de Meteorología de Cuba, actualmente Presidente de la compañía privada LADETEC.
Esta entrada fue publicada en Anécdotas, Así fue la historia, Cosas de Grandes y etiquetada , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario